sábado, mayo 24, 2025
viernes, mayo 23, 2025
miércoles, mayo 21, 2025
El viaje no acaba nunca - José Saramago
«El viaje no acaba nunca. Solo los viajeros acaban. E incluso estos pueden prolongarse en memoria, en recuerdo, en relatos. Cuando el viajero se sentó en la arena de la playa y dijo: “no hay nada más que ver”, sabía que no era así. El fin de un viaje es sólo el inicio de otro. Hay que ver lo que no se ha visto, ver otra vez lo que ya se vio, ver en primavera lo que se había visto en verano, ver de día lo que se vió de noche, con el sol lo que antes se vió bajo la lluvia, ver la siembra verdeante, el fruto maduro, la piedra que ha cambiado de lugar, la sombra que aquí no estaba. Hay que volver a los pasos ya dados, para repetirlos y para trazar caminos nuevos a su lado. Hay que comenzar de nuevo el viaje. Siempre. El viajero vuelve al camino».
(Viaje a Portugal)
(Viaje a Portugal)
lunes, mayo 19, 2025
domingo, mayo 18, 2025
viernes, mayo 16, 2025
jueves, mayo 15, 2025
martes, mayo 13, 2025
domingo, mayo 11, 2025
Soneto a la madre - Eva Govea
Navegué en tu vientre por nueve meses,
Madre, mi nacimiento añorabas
junto a mi padre, lo deseabas;
quería nacer para que me beses.
Amor incondicional tú mereces,
el eco de mi voz siempre anhelabas
cuando sin querer me nombrabas
desperté con sonrisas muchas veces.
Entre caricias de ternura amada
das felicidad en todo momento
de corazón y alma encantada.
A pesar de la distancia, te siento,
te llamo y apareces de la nada
como las estrellas en el firmamento.
Poema a la madre - C.C. Gutiérrez
De la oscuridad pasé a la luz
un rostro apareció y me nombró
fui bautizado.
Me alimentó de su seno
entre sufrimiento y lamento
por succionar.
Crecí en sus brazos como refugio
murallas de impenetrable defensa
fui cuidado.
Caminé tomado de sus manos
sombra de pasos largos sobre pequeña
me instruí.
Tomé forma bajo sus principios morales
castigo por falta, premio por acierto
me eduqué.
Quedamos solos ante la vida
abandonados por la semilla cobarde,
avanzamos.
Educación, juegos, salidas y viajes
frustración, enojos, peleas y diferencias
madre e hijo.
Así, el amor es tan grande
difícil tratar de versificar
pero no hay nada comparable
amor maternal.
un rostro apareció y me nombró
fui bautizado.
Me alimentó de su seno
entre sufrimiento y lamento
por succionar.
Crecí en sus brazos como refugio
murallas de impenetrable defensa
fui cuidado.
Caminé tomado de sus manos
sombra de pasos largos sobre pequeña
me instruí.
Tomé forma bajo sus principios morales
castigo por falta, premio por acierto
me eduqué.
Quedamos solos ante la vida
abandonados por la semilla cobarde,
avanzamos.
Educación, juegos, salidas y viajes
frustración, enojos, peleas y diferencias
madre e hijo.
Así, el amor es tan grande
difícil tratar de versificar
pero no hay nada comparable
amor maternal.
sábado, mayo 10, 2025
Hablemos de libros, poesía y música, con Febe Juárez
Programa literario y musical
¡Ven a disfrutar con nosotros!
En vivo todos los sábados, de 8:00 a 10:00 hrs. (México)
⏰ De 8:00 a 10:00 a. m. (hora del Centro de México)
Al micrófono, Febe Juárez.
Disfruta del programa con un delicioso café.
Un programa que despertará tu interés al presentar un libro por su propio autor.
Poesía que te deleitará y sensibilizará al escucharla.
Música que te hará bailar, sonreír y te contagiará de muy buen humor.
¡ESPERAMOS TU COMPAÑÍA!
viernes, mayo 09, 2025
jueves, mayo 08, 2025
miércoles, mayo 07, 2025
La caída de las hojas - Fernando Celada
Cayó como una rosa en mar revuelto
y desde entonces a llevar no he vuelto
a su sepulcro lágrimas ni amores.
Es que el ingrato corazón olvida,
cuando está en los deleites de la vida,
que los sepulcros necesitan flores.
Murió aquella mujer con la dulzura
y desde entonces a llevar no he vuelto
a su sepulcro lágrimas ni amores.
Es que el ingrato corazón olvida,
cuando está en los deleites de la vida,
que los sepulcros necesitan flores.
Murió aquella mujer con la dulzura
de un lirio deshojándose en la albura
del manto de una virgen solitaria;
su pasión fue más honda que el misterio,
vivió como una nota de salterio,
murió como una enferma pasionaria.
—Espera —me decía suplicante.
—Todavía el desengaño está distante.
No me dejes recuerdos ni congojas;
aún podemos amar con mucho fuego;
no te apartes de mí, yo te lo ruego;
espera la caída de las hojas...
Espera la llegada de las brumas,
cuando caigan las hojas y las plumas
en los arroyos de aguas entumidas,
cuando no haya en el bosque enredaderas
y noviembre deshoje las postreras
rosas fragantes al amor nacidas.
Hoy no te vayas, alejarte fuera
no acabar de vivir la primavera
de nuestro amor, que se consume y arde;
todavía no hay caléndulas marchitas
y para que me llores necesitas
esperar la llegada de la tarde.
Entonces, desplomando tu cabeza
en mi pecho, que es nido de tristeza,
me dirás lo que en sueños me decías,
pondrás tus labios en mi rostro enjuto
y anudarás con un listón de luto
mis manos cadavéricas y frías.
¡No te vayas, por Dios! Hay muchos nidos
y rompen los claveles encendidos
con un beso sus vírgenes corolas;
todavía tiene el alma arrobamientos
y se pueden juntar dos pensamientos
como se pueden confundir dos olas.
Deja que nuestras almas soñadoras,
con el recuerdo de perdidas horas,
cierren y entibien sus alitas pálidas,
y que se rompa nuestro amor en besos,
cual se rompe en los árboles espesos,
en abril, un torrente de crisálidas.
¿No ves como el amor late y anida
en todas las arterias de la vida
que se me escapa ya? Te quiero tanto,
que esta pasión que mi tristeza cubre,
me llevará como una flor de octubre
a dormir para siempre al camposanto.
¡Me da pena morir siendo tan joven
porque me causa celo que me roben
este cariño que la muerte trunca!
Y me presagia el corazón enfermo
que si en la noche del sepulcro duermo,
no he de volver a contemplarte nunca.
¡Nunca! ¡Jamás! En mi postrer regazo
no escucharé ya el eco de tu paso
ni el eco de tu voz. ¡Secreto eterno!
Si dura mi pasión tras de la muerte
y ya no puedo cariñosa verte,
me voy a condenar en un infierno.
¡Ay, tanto amor para tan breve instante!
¿Por qué la vida, cuanto más amante
es más fugaz? ¿Por qué nos brinda flores,
flores que se marchitan sin tardanza,
al reflejo del sol de la esperanza
que nunca deja de verter fulgores?
¡No te alejes de mí, que estoy enferma!
Espérame un instante, cuando duerma,
cuando ya no contemples mis congojas...
¡Perdona si con lágrimas te aflijo!
Y cerrando sus párpados, me dijo:
—¡Espera la caída de las hojas!
¡Ha mucho tiempo el corazón cobarde
la olvidó para siempre! Ya no arde
aquel amor de los lejanos días...
pero, ¡ay!, a veces al soñarla, siento
que estremecen mi ser calenturiento
¡sus manos cadavéricas y frías!
del manto de una virgen solitaria;
su pasión fue más honda que el misterio,
vivió como una nota de salterio,
murió como una enferma pasionaria.
—Espera —me decía suplicante.
—Todavía el desengaño está distante.
No me dejes recuerdos ni congojas;
aún podemos amar con mucho fuego;
no te apartes de mí, yo te lo ruego;
espera la caída de las hojas...
Espera la llegada de las brumas,
cuando caigan las hojas y las plumas
en los arroyos de aguas entumidas,
cuando no haya en el bosque enredaderas
y noviembre deshoje las postreras
rosas fragantes al amor nacidas.
Hoy no te vayas, alejarte fuera
no acabar de vivir la primavera
de nuestro amor, que se consume y arde;
todavía no hay caléndulas marchitas
y para que me llores necesitas
esperar la llegada de la tarde.
Entonces, desplomando tu cabeza
en mi pecho, que es nido de tristeza,
me dirás lo que en sueños me decías,
pondrás tus labios en mi rostro enjuto
y anudarás con un listón de luto
mis manos cadavéricas y frías.
¡No te vayas, por Dios! Hay muchos nidos
y rompen los claveles encendidos
con un beso sus vírgenes corolas;
todavía tiene el alma arrobamientos
y se pueden juntar dos pensamientos
como se pueden confundir dos olas.
Deja que nuestras almas soñadoras,
con el recuerdo de perdidas horas,
cierren y entibien sus alitas pálidas,
y que se rompa nuestro amor en besos,
cual se rompe en los árboles espesos,
en abril, un torrente de crisálidas.
¿No ves como el amor late y anida
en todas las arterias de la vida
que se me escapa ya? Te quiero tanto,
que esta pasión que mi tristeza cubre,
me llevará como una flor de octubre
a dormir para siempre al camposanto.
¡Me da pena morir siendo tan joven
porque me causa celo que me roben
este cariño que la muerte trunca!
Y me presagia el corazón enfermo
que si en la noche del sepulcro duermo,
no he de volver a contemplarte nunca.
¡Nunca! ¡Jamás! En mi postrer regazo
no escucharé ya el eco de tu paso
ni el eco de tu voz. ¡Secreto eterno!
Si dura mi pasión tras de la muerte
y ya no puedo cariñosa verte,
me voy a condenar en un infierno.
¡Ay, tanto amor para tan breve instante!
¿Por qué la vida, cuanto más amante
es más fugaz? ¿Por qué nos brinda flores,
flores que se marchitan sin tardanza,
al reflejo del sol de la esperanza
que nunca deja de verter fulgores?
¡No te alejes de mí, que estoy enferma!
Espérame un instante, cuando duerma,
cuando ya no contemples mis congojas...
¡Perdona si con lágrimas te aflijo!
Y cerrando sus párpados, me dijo:
—¡Espera la caída de las hojas!
¡Ha mucho tiempo el corazón cobarde
la olvidó para siempre! Ya no arde
aquel amor de los lejanos días...
pero, ¡ay!, a veces al soñarla, siento
que estremecen mi ser calenturiento
¡sus manos cadavéricas y frías!
martes, mayo 06, 2025
El desierto mismo ha cobrado sentido - Albert Camus
El desierto mismo ha cobrado un sentido. Está recargado de poesía. Para todos los lugares del mundo es un lugar consagrado. Pero en ciertos momentos el corazón pide justamente lugares sin poesía. Descartes, cuando tuvo que meditar, eligió su desierto: la ciudad más comercial de su época. Encuentra allí su soledad y la ocasión del más grande, quizá, de nuestros poemas viriles: “El primer (precepto) era no aceptar jamás ninguna cosa por verdadera que yo conociera evidentemente como tal”. Es posible tener menos ambición y la misma nostalgia. Pero desde hace tres siglos Amsterdam se ha cubierto de museos. Para huir de la poesía y recobrar la paz de las piedras, se necesitan otros desiertos, otros lugares sin alma y recursos.
(El verano)
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